dc.description.abstract | Se revisa en este artículo, desde una perspectiva histórica, los tres
modelos de financiamiento de la educación superior vigentes en las
universidades públicas latinoamericanas: la asignación de fondos del
Estado, la resultante del patrimonio propio o de donaciones, y la
obtención de rentas por venta de servicios. Según el autor, cada uno
de estos modelos corresponde a un modo de funcionamiento de las
instituciones: el burocrático, el corporativo y el de mercado, respectivamente.
En el primero de ellos, el financiamiento de tipo burocrático, los
gobiernos deciden de forma centralizada cuántos recursos serán
destinados a las universidades, y, dentro de ellas, cuánto a cada sector
y tipo de actividad. En el modelo corporativo, poco común en
América Latina, la distribución de recursos entre los diferentes usuarios
y sectores es realizada por la propia institución, a través de sus
órganos colegiados y administrativos, que establecen prioridades y
líneas de acción. Finalmente, el financiamiento de mercado depende
de la capacidad de las instituciones de obtener recursos propios, cuya
forma más tradicional en América Latina es el cobro por matrícula, y
las formas más modernas van desde la venta de servicios hasta la
lucha por recursos públicos a través de mecanismos competitivos.
El análisis de los tres modelos muestra que ninguno de ellos
puede funcionar aisladamente: la coordinación burocrática no garantiza
la autonomía de los sistemas universitarios, el mantenimiento
de su calidad y la eficiencia en el uso de los recursos; la coordinación
corporativa sucumbe con facilidad a la oligarquización y al corporativismo,
y no consigue adaptarse a la diferenciación y masificación de
la enseñanza superior; la coordinación de mercado pone en riesgo el
desempeño de actividades de largo plazo y de utilidad práctica poco
clara, y puede destruir los mecanismos de autoregulación y autonomía
de las instituciones. Por otro lado, cierta organización burocrática
es necesaria, ya que los gobiernos deben participar en la conducción
de la educación superior en tanto ésta debe responder al interés general; los mecanismos corporativos son esenciales para el buen
desempeño de actividades que dependen de la iniciativa, de la creatividad
y del mantenimiento de tradiciones intelectuales y culturales;
la operación del mercado en cierta medida es esencial para controlar
los efectos nocivos del corporativismo, de la oligarquización y de la
burocratización estatal. La conclusión es bastante simple: los tres
tipos de financiamiento y coordinación académicas son «tipos puros»,
y sólo pueden existir de manera combinada. Según el autor, el buen
desempeño de un sistema de educación superior depende del tipo de
combinación que se consiga establecer. | es |