dc.description.abstract | Durante las últimas tres décadas, el gobierno de la educación, como el de otros sectores, ha experimentado cambios importantes que han redefinido las escalas en las que se gobiernan los servicios educativos, así como quiénes son los actores responsables de dichos servicios. Este trabajo explora tales cambios en dos casos particulares, Inglaterra y el Perú, dos contextos cuya poca similitud es, a primera vista, tan marcada, que uno podría cuestionar el propósito de la comparación. En Inglaterra los cambios en el gobierno de la educación se enmarcan en un contexto caracterizado por una profunda densidad institucional, un Estado funcional con una larga historia de políticas de bienestar y un servicio civil bien constituido. El Perú, en cambio, se caracteriza por una institucionalidad mucho más superficial, una extensa presencia de la informalidad y un Estado más bien débil, históricamente excluyente y en extremo centralista, cuya burocracia no está profesionalizada y tiene una fuerte tendencia al patrimonialismo, el clientelismo y la corrupción.
El propósito de la comparación es, por un lado, mostrar que, a pesar de esas diferencias, las reformas en el gobierno de la educación en estos dos contextos, en particular durante las últimas décadas, han seguido
patrones similares que han generado consecuencias parecidas. Por otro lado, este trabajo busca proponer una lectura teórica que permita explicar estos cambios. Esta búsqueda de explicaciones contrasta con muchas aproximaciones al tema de la gobernanza que con frecuencia tienen un tinte tecnicista, especialmente cuando se concentran en los aspectos administrativos u organizacionales del gobierno. El énfasis en la administración y organización de los servicios públicos, en la eficiencia de distintas formas de gobierno, tiende a dejar de lado el contexto mayor de los cambios, donde están en juego distintas formas de entender el rol del Estado, del mercado y de la sociedad, así como distintas perspectivas ideológicas o normativas al respecto. Cuando se trata de explicar la convergencia de las políticas y del desarrollo institucional, como intentaremos hacer aquí para el caso del gobierno de la educación, las perspectivas también varían. La sociología institucionalista, en particular la corriente liderada por John Meyer desde la Universidad de Stanford (Meyer 1977, 2000; Meyer et al. 1997), plantea que este tipo de similitudes en los patrones de desarrollo institucional, tanto con respecto a lo que ocurre al interior de los sistemas educativos (el currículum, las prácticas pedagógicas, etcétera) como lo que ocurre a nivel del gobierno de los sistemas de educación, es producto de una difusión más o menos espontánea de ideas, a través de modas e imitación, hoy facilitada por los procesos de globalización, y que da lugar a lo que se podría describir como una suerte de “cultura global”. Esta explicación, sin embargo, ha sido cuestionado por académicos que trabajan desde una perspectiva de economía política (en especial por el grupo de trabajo sobre “Globalización, sociedades y educación” de la Universidad de Bristol, liderado por Roger Dale y Susan Robertson), quienes plantean que estamos ante una “agenda educativa globalmente estructurada” cuyo motor son los cambios en el sistema de acumulación capitalista y que refleja por ello una determinada perspectiva normativa y el discurso hegemónico que surge de ella (Dale 2000). | es |